Un Pan Digno de un Rey

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Feliz el que pueda pagarlo dijo m¡ libro al describir este plato.  Y en efecto, independientemene de su total simpleza, este es un plato caro. Utiliza el ingrediente más caro que puedes usar en una cocina - la trufa.  Siempre he encontrado que cuando cocinas con trufas en casa, los platillos más sencillos son los más seguros.  Es demasiado fácil echar a perder una trufa.  Me las ingenié para hacerme de una trufa blanca y decidí ir a lo más básico y rellenar con ella un pan.  Una buena trufa blanca es casi imposible de encontrar últimamente y de cualquier manera, cuestan más que las drogas de diseñador.  Pero dame gusto y deja que te  conduzca a un momento de poesía pura.

Hogaza de pan rellena de trufa
1 trufa, negra o blanca
1 echalote
Vinagre
Aceite
Sal y pimienta

Para honrar esta trufa, necesitas el pan correcto.  Aquí tienes una de mis hogazas favoritas, un pan local sin levadura horneado en un horno de piedra con un sabor increíble y el tamaño perfecto.  Decapita la hogaza con un cuchillo de sierra.

Pica finamente el echalote.

Con una brocha primero y con una toalla húmeda después limpia tu trufa.  No la laves o el taxímetro comenzará a correr mientras las delicadas moléculas de trufa ¡Se van por el desagüe!  Rebana finamente la trufa, con un cuchillo o con una mandolina para trufas.

Mezcla el echalote con vinagre balsámico blanco y aceite de semillas de uva.  No quieres arruinar el sabor extraordinario de la trufa con el sabor escandaloso de un aceite como el de oliva.

Cuidadosamente agrega la ralladura de trufa con una nada de pimienta blanca recién quebrada y una poca de fleur de sel (cristales de sal de mar recolectados a mano) encima.

Retira suficiente migajón para que la mezcla divina de trufa quepa cómodamente.

Cubre la hogaza con la tapa que habías retirado y hornéala en horno a fuego medio unos 10 minutos.  No demasiado tiempo, sólo queremos calentar el pan y su contenido.

Si te cuesta trabajo encontrar amigos que merezcan este platillo, no dudes en comerlo tú solo.

Corta el pan, ponle un poco más de sal y sírvelo.

En verdad ¡Un pan digno de un rey!